14 nov 2012

Fronteras...

Cantando en Cúcuta, Colombia.


Desde hace unas  semanas Colombia está viviendo un  momento crucial en su historia. A pesar de la persistencia de las hostilidades tanto por parte de las FARC como del ejercito, estamos presenciando el inicio de un proceso de paz que ojalá sea definitivo.

Por un lado, este proceso de paz ha acaparado toda la atención de la prensa tanto a nivel nacional como internacional. Oslo, La Habana, sedes oficiales de las negociaciones entre las dos partes en conflicto, y la capital colombiana Bogotá, se han convertido en los focos de todas las miradas, y Guerrilleros y Gobierno son los principales artistas invitados al escenario mediático.

Corremos el riesgo de que entre las luces de los flashes perdamos de vista a los verdaderos protagonistas de esta historia, que no son sí no las victimas de este conflicto que dura ya más de 50 años.

Entre ellas están los alrededor de cinco millones de personas refugiadas  y desplazadas que en su gran mayoría fueron obligadas a asentarse en las zonas fronterizas buscando rehacer sus vidas; pero desgraciadamente, y con más frecuencia de lo deseado, estas personas acaban encontrando las mismas dinámicas que les forzaron a desplazarse por primera vez, cuando no el rechazo de las comunidades de llegada. Huyen de sus tierras, pero  no encuentran muchas veces otra tierra que los acoja.

Organizaciones como el Servicio Jesuita a Refugiados (SJR) acompañan tanto a desplazados y refugiados como a comunidades de acogida facilitando espacios de encuentro y  fortaleciendo la integración social de estas personas.

Desde hace unos meses el SJR viene desarrollando un proyecto de sensibilización musical llamado La frontera está aquí dentro con el que busca ofrecer una nueva mirada sobre las fronteras “cantada” desde la personas que las habitan con el fin de construir espacios de vida donde todos encuentren su sitio.

Hoy son más necesarias que nunca iniciativas que cambien el discurso sobre asuntos tan delicados como el que nos ocupa. Que hagan resonar la voz de quienes han vivido a diario la guerra. Para que millones de afectados y afectadas no caigan en el olvido.
No debemos olvidar que tras los números hay personas y que su dignidad es lo más importante.




Y quizá la música permita atraer los focos hacia la Otra Colombia.