Cantando en Cúcuta, Colombia. |
Desde hace unas semanas Colombia está viviendo un momento crucial en su historia. A pesar de la
persistencia de las hostilidades tanto por parte de las FARC como del ejercito,
estamos presenciando el inicio de un proceso de paz que ojalá sea definitivo.
Por un lado, este
proceso de paz ha acaparado toda la atención de la prensa tanto a nivel
nacional como internacional. Oslo, La Habana, sedes oficiales de las
negociaciones entre las dos partes en conflicto, y la capital
colombiana Bogotá, se han convertido en los focos de todas las miradas, y Guerrilleros
y Gobierno son los principales artistas invitados
al escenario mediático.
Corremos el riesgo de que entre las luces de los flashes
perdamos de vista a los verdaderos protagonistas de esta historia, que no son sí
no las victimas de este conflicto que dura ya más de 50 años.
Entre ellas están
los alrededor de cinco millones de personas refugiadas y desplazadas que
en su gran mayoría fueron obligadas a asentarse en las zonas
fronterizas buscando rehacer sus vidas; pero desgraciadamente, y con
más frecuencia de lo deseado, estas personas acaban encontrando las mismas
dinámicas que les forzaron a desplazarse por primera vez, cuando no el rechazo
de las comunidades de llegada. Huyen de sus tierras, pero no encuentran muchas veces otra tierra que los
acoja.
Organizaciones como el Servicio Jesuita a Refugiados (SJR)
acompañan tanto a desplazados y refugiados como a comunidades de acogida
facilitando espacios de encuentro y fortaleciendo la integración social de estas
personas.
Desde hace unos meses el SJR viene desarrollando un proyecto
de sensibilización musical llamado La
frontera está aquí dentro con el que busca ofrecer una nueva mirada sobre
las fronteras “cantada” desde la personas que las habitan con el fin de construir
espacios de vida donde todos encuentren su sitio.
Hoy son más necesarias que nunca iniciativas que cambien el
discurso sobre asuntos tan delicados como el que nos ocupa. Que hagan resonar la voz de quienes
han vivido a diario la guerra. Para que millones de afectados y afectadas no
caigan en el olvido.
No debemos olvidar que tras los números hay personas y que su dignidad es lo más importante.
No debemos olvidar que tras los números hay personas y que su dignidad es lo más importante.
Y quizá la música permita atraer los focos hacia la Otra Colombia.